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jueves, 23 de agosto de 2012

De regreso al Pongo... día cuatro.

No, no es la Luna.
Es una luciérnaga ...
Después de maravillosos momentos, toca regresar y hay que hacerlo muy temprano, con lo cual nuestros estómagos no quedan agradecidos.
Un bote que venía de "Atalaya", otro poblado río abajo a más o menos 1 hora, nos recogió del improvisado paradero. 
Unos bizcochos comprados casi al vuelo fueron nuestro único alimento en 4 horas de viaje que duró el retorno.
La cielo encapotado y hacía frío.
El corte de la cordillera, "El Pongo", lucía así.
Poco a poco el cielo se fue despejando. El río en cada crecida señala nuevo camino y deja "Islas" en medio del nuevo cause.
Me llama la atención las casa en medio de la vegetación y los botes amarrados en la orilla, no hay peligro a la vista, en donde vivo no puedes dejar ni un auto aparcado en la acera sin correr el riego de perder algo, ¡Ciudad!.
Me maravilla la tranquilidad del ambiente, la calidez de las personas, la falta de malicia ...
Subieron dos jóvenes pescadores con su valiosa carga, acamparon en una playa muy cerca al Pongo y pescaron en la madrugada.
Mi corazón vuelve a saltar de la alegría pues estamos nuevamente por atravesar el Pongo, esta vez de subida en contra de la corriente.
El conductor del bote nos pide calma, nos movemos mucho, no sabemos a donde mirar, ¡Es un lugar hermoso y mágico!, y de no ser por lo peligroso, nos gustaría quedarnos una eternidad.
Las fotos no muestran la verdadera belleza del lugar, hay que verlo con los mismos ojos.
Sentir la emoción del bote balanceándose, del agua salpicándonos  por ir en contra de la corriente...
... respirar ese aire cargado de misterio, mirar los velos de agua que se lanzan desde lo alto ...
... reir de puro nervios, escuchar el sonido del agua al chocar contra la corriente y volver a reir ...
... elevar la cámara, tomar una y otra foto, ahora a izquierda, ahora a derecha, arriba, más arriba, bajar la cámara ¡es mejor mirar!...

... respirar ...
... ¡soñar! ...
... no fue fácil llegar ...
Otra vez 15 minutos y algo más y estamos del otro lado.
El río se ensancha, no tanto como río abajo y estamos con la miel en la boca, en los ojos ... en el alma.
Nos miramos y reímos, ¡hace frío!, dice mi esposo ¡siii!, corrobora mi cuñado, por 15 minutos y algo más este sentido quedó inutilizado y ahora reclama su posición.
Nos cruzamos con un grupo de turistas que muy alegres agitan las manos y nos toman fotos, lo mismo que nosotros a ellos.
Bien, ya llegamos a puerto y es medio día.  Si pensamos que allí podíamos comer algo "decente" nos equivocamos, hay un bus estacionado esperando a los pasajeros del bote, osea nosotros, si lo dejamos pasar no tomaremos otro si no hasta la noche y aun falta mucho por ver en este viaje.

martes, 12 de junio de 2012

Timpía, día tres...

Por la mañana las nubes cubrían el cielo y la neblina se iba disipando
Llovió toda la noche a ratos aumentaba y se hacía tan ruidosa 
sobre el techo de calamina que nos despertamos muchas veces
durante la noche.  Amén de los grillos.
La selva no es el lugar de paz y tranquilidad que creí.
Todas las criaturas que alberga se esmeran mucho por ser oídas.
¡Hora del desayuno!

¡No!, ustedes no son el desayuno...
Casitas de ensueño, ¡Qué mágico lugar!
El Sr. Felipe (presidente de la Comunidad) 
gentilmente nos proporcionó un guía.
El Sr. Ismael Gomez (primer vocal).
Con él surcamos las aguas del río Timpía a bordo de un "Peke peke"
Que tranquilo luce este alegre afluente del Bajo Urubamba.
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Flores del camino mientra cruzábamos por el monte en busca de otro bote.
¡Senderito, senderito!
Ahora sé como crecen las piñas.
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Allí en medio de lo verde se oían muchos ruidos.
Dijeron que había hasta Otorongos.
¿Lo dirían solo para atemorizarnos?
Esta es la casa, en medio del monte, de nuestro nuevo guía.
Ismael habla con él, para que nos llevé a visitar 
las aguas termales río arriba.
Nuestro nuevo guía acepta y queda en recogernos de la orilla.
Ahora seguimos a Ismael por la espesa vegetación.
Aquí la vida se abre paso hasta encima de un tronco caído.
No se si logran verlo, no me le pude acercar más.
Se trata de una hormiga gigante, 3cm., aprox.
Ismael nos dice que su picadura es de las mas temidas.
¡Traspasa los zapatos!.
Aquí hay otras mas pequeñas y muy laboriosas.
Las hojitas verdes son cortadas y llevadas a sus nidos.
 
¡Mmmm!
¡Así de grandes!
Empecé a arrepentirme de llevar sandalias.
¡Bella!
Bien, ya estamos a orillas del río Shihuniro. 
La extensa playa delata el cause de un río caudaloso en tiempo de lluvia.
Extrañas flores asoman por la rivera,
Ya estamos en otro "Peke", nos acompaña la familia 
mas joven de nuestro nuevo guía.
¡Oh, oh!, este bote "hace agua",
con un balde vamos echando fuera el agua que entra.
(todo es posible cuando se va de aventura)
¡Una linda mariposa!
Ya nos vamos acercando.
El río luce tranquilo más no es de fiar
la corriente es fuerte y si por mala suerte nos hubiésemos caído al río
¡fácil nos arrastra y estrella contra alguna roca de las muchas que hay!
Ya llegamos. 
Por estas enormes rocas se filtra agua de lo mas caliente.
Es una poza nada elaborada, muy al natural.
¡Espectácular! 
Se ve lindo, pero nos advierten
que allí habitan los Otorongos.
Ese es mi cuñado que no aun no la cree.
Familia de nuestro guía.
No les preguntamos sus nombres, son muy tímidos
a esto se suma que hablan muy poco español
pero son muy amables.
¡Qué belleza!
¡Un bufeo!
¡Hasta las rocas verdean en este lugar!
Una de las tantas matas de "Uncucha
muy similar a la papa, pero con otro gusto.
Agua de lluvia de la noche anterior
¡Qué rápido se va el día cuando uno se divierte!
Un lindo atardecer.
Amenaza de lluvia.
Mejor corro, ¡¡se cae el cielo!!.